Felix Mendelssohn: Genio musical y víctima judía
Sermón ofrecido el 20 de Febrero de 1998, por el Rabino Samuel M. Stahl
Hace varios años, Jiri Weil, un escritor judío de nacionalidad checa, escribió una novela titulada "Mendelssohn en el tejado". Durante la ocupación nazi de Praga, Weil retrató graficamente a un ambicioso oficial de las SS. Este oficial había recibido orden de retirar la estatua del judío Felix Mendelssohn del tejado del teatro de conciertos de Praga. El problema, sin embargo, fue que el tejado estaba abarrotado de estatuas de renombrados compositores. Ninguno estaba etiquetado o identificado con su nombre. Por lo tanto, él tendría que imaginar que estatua era la de Mendelssohn.
El oficial recordó que había estudiado, en su curso de "Ciencia Racial", que los judíos tienen prominentes narices. En consecuencia, ordenó a los obreros que derribasen la estatua con la nariz más grande. Al observar cual era la estatua dotada de una nariz mayor en lo alto del tejado del teatro de conciertos, se sintió presa de un ataque de pánico. Descubrió, aunque demasiado tarde, que se trataba de la del gran compositor alemán, Richard Wagner.
Esta historia transmite una doble ironía. Ante todo, Wagner no sólo no era judío. Era también un feroz antisemita. Escribió virulentos ataques contra los judíos, especialmente los músicos judíos. De manera nada sorprendente, Wagner era el compositor favorito de Adolfo Hitler.
En sus prolíficos escritos, Wagner incluso hacía desdeñosos comentarios sobre Felix Mendelssohn. Trató de demostrar que la vida y obra de Mendelssohn ratificaban con diáfana evidencia que ningún judío, aún con talento, cultura y honor, podía crear un arte que conmoviese el corazón y el espíritu.
Lo que está trágicamente claro a pesar de la valoración de Wagner sobre Mendelssohn es que Mendelssohn, a lo largo de la mayor parte de su vida, fue un luterano practicante. Cierto es que nació en 1809 en Hamburgo de dos padres judíos. Su abuelo, Moses Mendelssohn, fue un eminente rabino y filósofo. Moses había instado a los judíos alemanes a abandonar el gueto, permaneciendo fieles al judaísmo, y abrazar la cultura y pensamiento alemanes. De hecho, el siguió siendo un judío ortodoxo practicante a lo largo de toda su vida.
Sin embargo, cinco de sus seis hijos se convirtieron al cristianismo. Uno de ellos fue Abraham Mendelssohn, el padre de Felix. Abraham fue un próspero banquero y hombre de negocios. La madre de Felix, de soltera Leah Salomon, procedía de una prominente familia judeo-alemana de considerable abolengo. Abraham y Leah dieron en descendencia cuatro hijos: Fanny, Felix, Rebecka y Paul.
Cuando Felix alcanzó los seis años, sus padres lo bautizaron en la iglesia luterana, aunque ellos mismos por aquel entonces seguían siendo judíos. Esta era la época en que muchos judíos alemanes habían logrado emanciparse de la degradación del shtetl. Querían participar plenamente de la gloria de la cultura alemana. Consideraban que el judaísmo con su historia de tormento, persecución y abusos, era una anticuada y derrotista forma de religión, un obstáculo a su integración en una comunidad más amplia.
Cuando Felix recibió la confirmación en la iglesia luterana a la edad de catorce años, su padre le escribió una carta reveladora. Allí exponía que él y Leah habían conducido a sus cuatro hijos al cristianismo porque, para ellos, era la fé del pueblo más civilizado. También, en 1812, se les prometió a los judíos alemanes plena igualdad de derechos civiles si se convertían al cristianismo. Estos judíos buscaban "visados de admisión a la cultura europea", en palabras del poeta Heinrich Heine. Así, su adopción del cristianismo venía motivada por un celo de avance social y profesional. No procedía de ninguna profunda convicción religiosa.
Jakob Salomon, que era el hermano de Leah y tío de Felix, ya se había convertido al cristianismo varios años antes. Adoptó el nuevo nombre de Bartholdy para encubrir su identidad judía. Bartholdy era en aquel momento el nombre del dueño de un gran jardín en Berlín que Jakob había adquirido para sí. Alguien bromeó con que Jakob había adquirido sus nuevos ancestros "por adquisición".
Cuando Felix fue un adolescente, sus padres finalmente se bautizaron como luteranos. Ellos también tomaron el nombre "Bartholdy" y abandonaron el "Mendelssohn". Querían que Felix hiciese otro tanto. Felix siempre fue un obediente, educado y complaciente hijo, pero aquí se rebeló. Su padre, de hecho, encargó tarjetas de visita para él con el nombre "Felix M. Bartholdy". Felix se negó a utilizarlas. Insistió en mantener el apellido Mendelssohn. Su padre le reconvino argumentando: "No puede haber un Mendelssohn cristiano, al igual que no puede haber un Confucio judío". No obstante, Felix siguió en sus trece.
Aunque Felix era un cristiano convencido, nunca se mostró avergonzado de sus raíces judías. De hecho, su pasado judío no le supuso ningún impedimento en su carrera musical. Fue considerado como el mayor genio que probablemente dio la escuela del romanticismo musical alemán. Algunos afirman que fue el prodigio musical más imponente desde Mozart.
Dio su primer concierto público a la edad de nueve años. A los dieciseis, escribió su famoso "Octeto" y, a los diecisiete, completó su "Obertura" para "El sueño de una noche de verano de Shakespeare".
También recuperó los trabajos de Johann Sebastian Bach, que habían estado relegados durante casi un siglo, llevándolos a la prominencia pública. Mendelssohn alcanzó gran popularidad y éxito por toda Europa, especialmenteen Londres. Sólo el público de Berlín, la ciudad en la que pasó la mayor parte de sus años de formación, parecía no apreciar su destreza musical.
Mendelssohn nunca hizo gala de ninguna de las excentricidades prototípicamente asociadas a los artistas. Fue siempre encantador y cortés. Fue un buen hijo, un hermano devoto, un amante esposo, y un afectuoso padre. Desgraciadamente, no vivió lo suficiente como para acometer todo lo que hubiese podido. En 1848 Felix Mendelssohn falleció a la edad de 39 años, tras sufrir dos ataques. Hay quien dice que la muerte de su adorada hermana, Fanny, que fue también un gigante musical, unos meses antes, le había sumido en la desmoralización y robado todo incentivo para vivir.
En general, Felix Mendelssohn vivió y murió como un cristiano. En su funeral cristiano, secundado por multitud de admiradores, un coro de seiscientas voces entonó "Cristo y la Resurrección". Felix fue enterrado en el cementerio de la Iglesia de la Cruz Sagrada de Berlín. Hoy en día una enorme cruz indica el lugar de su sepultura.
Todos estos símbolos externos del compromiso cristiano de Mendelssohn no impresionaron a los nazis. Para ellos, él siempre fue un judío. Casi un siglo después de su fallecimiento, mancillaron su memoria como compositor judío. Prohibieron que se interpretase su música. Ordenaron que su enorme estatua en Leipzig [ver foto] fuese derribada y destruída. También clausuraron la banca Mendelssohn y ordenaron a todos los descendientes de los Mendelssohn que aún vivían en Alemania que abandonasen el país.
Reflexiono con tristeza sobre la identidad bifurcada de Mendelssohn. Su destino viene a demostrar cuan imposible es para los judíos renunciar a sus raíces. Ante todo, técnicamente, la ley judía no reconoce las conversiones fuera del judaísmo. Si una persona nace judía o se convierte al judaísmo, la identidad religiosa judía de esta persona se hace permanente e irrevocable.
Pero incluso muchos cristianos encuentran difícil aceptar a un judío que abraza el cristianismo como algo diferente a un judío. Abandonar el judaísmo implica más que abandonar un sistema religioso. Supone abandonar una herencia, una cultura, una tradición, y, sí, incluso una familia extensa.
En segundo lugar, la saga de los Mendelssohn y otras numerosas familias judeo-alemanas que se convirtieron al cristianismo en la primera parte del siglo XIX me lleva a apreciar, sobre todo, el valor del Judaísmo Reformista. En aquellos días, los judñios alemanes sólo tenían dos opciones religiosas, el Judaísmo Ortodoxo y el Cristianismo.
Hacia 1830m la situación había cambiado. El Dr. Steven Lowenstein, un destacado historiador judeo-americano, demostró que en aquella altura el Judaísmo Reformista se había convertido en una alternativa religiosa viable en Alemania. Como resultado de ello, el número de conversiones judías al cristianismo comenzó a decrecer. Los judíos de Alemania habían descubierto otra forma de expresar su judaísmo, que vendría a amalgamar lo mejor de su tradición judía con lo más noble de la cultura alemana.
Algunos críticos judíos acusan al Judaísmo Reformista de llevar a los judíos a una apostasía total y a la asimilación. Yo siempre respondo que, aunque la Reforma no haya hecho nada más, ha salvado a miles de judíos para la causa del judaísmo. Cuando a los judíos se les permite optar entre la ortodoxia o algo más, la mayoría elegirá algo más.
El Reformismo siempre ha tenido la capacidad de mantener a los judíos en la senda del judaísmo ofreciéndoles, al mismo tiempo, formas legítimas de practicar el judaísmo. En Alemania, como ahora, el Judaísmo Reformista ha sido siempre una vía, no ajena al judaísmo, sino dentro de él. Amén.
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