Respondiendo al llamamiento de
"Esta politización es terrible. Desde hace 15 años el Salón del Libro invita a la literatura de un país. No invitamos a Israel, sino a la literatura israelí", sostuvo Serge Eyrolles, organizador de la feria, cuya inauguración contó con la presencia del Presidente israelí, Shimon Peres, en medio de estrictas medidas de seguridad.
El Salón del Libro francés, que anualmente atrae a 170.000 personas, es un mercado importante para el mundo árabe. A pesar de ello se negaron a acudir.
"La literatura israelí está representada desde hace 10 años con un puesto en la feria del libro de París, sin que eso molestara a nadie", dijo el organizador. El portavoz del Ministerio del Exterior israelí, Yigal Palmor, vió en el boicot la negación de la existencia del Estado judío.
Para los 39 escritores israelíes invitados, entre ellos, David Grossman, Amos Oz y A.B. Yehoshua, los países árabes y los territorios palestinos no hicieron más que perjudicarse a sí mismos.
A continuación, figura el enlace a una página potentísima que reúne cientos de horas de grabación en video de alta calidad, accesibles on-line, donde podemos asistir al transcurso íntegro de todas las conferencias y mesas de debate que se celebraron durante esos días, y en las que intervinieron las primeras figuras de las letras israelís:
MIRADAS SOBRE
Como apéndice, el magnífico artículo que por aquellos días publicó, con motivo del referido boicot a Israel, la periodista Pilar Rahola.
BOICOT ÁRABE A LA CULTURA
Lo del Salón del Libro de París es una constatación más de lo tristemente solo que está el pueblo judío
Respecto a Israel, nada resulta sorprendente. Son tantos los años de demonización, que algunos ya estamos blindados. A la mítica Eretz parece que ninguna razón le asiste, a pesar de sufrir sesenta años de acoso bélico, en forma de guerra directa, o de gota malaya terrorista.
Como tampoco es aceptable ninguna defensa, a pesar de que sus enemigos tienen como único objetivo, destruirla. Y, por mucho que haya ganado duramente el derecho internacional, ningún derecho la protege, asediada por una geopolítica cuyo accionar depende de los intereses de los países árabes. Es el Estado del mundo más vigilado y criminalizado y, sin embargo, el que más riesgo de supervivencia padece. De hecho, el único que realmente podría desaparecer si los delirios totalitarios de Irán o del terrorismo yihadista llegaran a buen puerto. Decía, pues, que nada puede sorprender, porque es difícil imaginar más inquina contra ese pequeño y torturado país.
A pesar de ello, lo que ha ocurrido en el Salón del Libro de París causa una honda desolación. Uno puede imaginar que Libia, cuyo presidente tiene cuentas pendientes con el terrorismo en Europa, impida en
¿Dónde están los escritores libres, los intelectuales que se preocupan por crear puentes de diálogo, los defensores de la palabra? ¿En nombre de qué principio de libertad se puede justificar un boicot a la literatura israelí, parte de ella la más crítica del planeta? Por supuesto, que países como Yemen, Arabia Saudí o Irán boicoteen el Salón, resulta casi una bondad moral. Al fin y al cabo, el desprecio de estas tiranías por la inteligencia es su principal seña de identidad. Pero que escritores árabes reconocidos no quieran dialogar con Abraham B. Yehoshua, David Grossman o Amos Oz, y que los escritores europeos consideren el gesto, merecedor de aplauso, es una triste derrota del pensamiento.
De hecho, una severa derrota de la palabra ante la extorsión.
Sólo me queda pedir que, puestos a boicotear a Israel, el boicot sea más serio. Por ejemplo, que ningún árabe se ponga un stent si sus arterias están obturadas, porque es un invento israelí. Si padecen esquizofrenia, que no usen el método inventado por Israel para su detección prematura. Por supuesto, sus mujeres que tiren a la basura
Y que todos ellos, los que no quieren hablar con Amos Oz, se curen con las medicinas que han inventado en Yemen, en Irán...
PILAR RAHOLA (18 de Marzo de 2008)
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