sábado, 25 de octubre de 2008

LOS JUDÍOS EN GALICIA, DE GLORIA DE ANTONIO

Editado por la Fundación Pedro Barrié de la Maza en 2006, "LOS JUDÍOS EN GALICIA (1044-1492)" es sin ningún género de dudas el más amplio y documentado estudio sobre la presencia del judaísmo en la Galiza de la Baja Edad Media, que marca un antes y un despues en el terreno historiográfico de este oscuro período.
Su autora, María Gloria de Antonio Rubio -Doctora en Historia Medieval por la UNED- a la que se le debe un puñado de los estudios y artículos más capitales sobre la huella de los judíos en nuestra comunidad, persevera en cada uno de sus trabajos, y muy destacadamente en esta obra, en esa rara manía con la que pocos investigadores están dotados en relación con todo lo que tenga algo que ver con el judaísmo: la pasión por la verdad y el ajustarse con el frío pulso del bisturí de un cirujano a los datos y vestigios documentales..
En un acto que congregó una inusual concurrencia, organizado por la Asociación Galega de Amizade con Israel (AGAI), se presentó ayer viernes en Vigo, con una introducción a cargo del escritor Xoan Bernárdez Vilar.



Entrevista concedida por la autora al diario "Atlántico" en los prolegómenos de la conferencia.


GLORIA DE ANTONIO -doctora en historia medieval, investigadora del CSIC-


‘La convivencia entre judíos y cristianos en Galicia fue pacífica’


Gloria de Antonio, doctora de historia medieval e investigadora del CSIC-Instituto de Estudios Galegos Padre Sarmiento, ha recibido el premio Samuel Toledano por su libro ‘Los judíos en Galicia (1044-1492)’. El 9 de noviembre recibirá en Jerusalén este prestigioso galardón de manos del ex presidente israelí Isaac Navón y ayer ofreció una conferencia en la Casa del Libro bajo el título ‘Os xudeus na Galicia medieval’.




—¿En qué año llegaron los primeros judíos a Galicia?

No está claro. El primer documento existente habla de 1044. Se refiere a unos judíos que estaban haciendo un mercado en Celanova. Lo que no sabemos es si era una comunidad organizada o si sólo estaban de paso. Después, desaparecen de la documentación hasta prácticamente el siglo XIII.

—¿Qué huellas dejaron en su paso por Galicia?

—Queda muy poco. Se podría destacar unas lápidas que se han encontrado en A Coruña y otra en Pontevedra. Además, quedan unos 350 documentos.

—¿Es posible calcular cuantas personas componían la comunidad judía?

—Es complicado, porque en aquella época no había censos de población. Lo que sí es más aclaratorio es que los judíos cotizaban a la hacienda pública como tales y de ahí se puede calcular que habría unas 190 familias en los mejores momentos.

—Culturalmente hablando, ¿cuál es su mayor legado?

—Quizás, la memoria dentro de la gente de su presencia. En Ribadavia se seguía hablando en el siglo XVIII de la sinagoga. En Coruña se mantiene la calle de la sinagoga justo en la zona donde podría haber estado el barrio judío.

—¿Dónde estaban los mayores asentamientos judíos?

—En Ourense es donde hay más documentación, por lo que parece que es donde más había, pero realmente no se puede saber. Curiosamente, en Ribadavia, donde más fama ha alcanzado este tema, no hay mucha documentación. En Pontevedra hay que destacar el caso de Tui. Tuvo una judería muy importante. Existía un carnicero, lo que hace suponer que había una población importante.

—¿Cómo era la convivencia entre judíos y cristianos?

— Había una coexistencia pacífica. Tan sólo en el siglo XIII están documentados conflictos en Allariz, pero después desaparecen.

—¿Cuándo se data su expulsión definitiva?

—En 1492, como el resto de Castilla. Algunos salieron por mar en A Coruña rumbo a África, que era un destino muy común. Otros se convirtieron. A lo largo del siglo XV se dieron muchos casos de cambios de nombre en Ourense. Eso se debe a las conversiones.


M. Román - Vigo - 25-10-2008

lunes, 13 de octubre de 2008

LA VIDA DE LA MÚSICA KLEZMER




La música klezmer es un estilo de música judía que nació en el Este de Europa en la época medieval. El significado de la palabra "klezmer" deriva de los vocablos hebreos "kley" (recipiente) y "zimmer" (canción), que se traduciría como recipiente de canciones o "el ser humano es un portador de canciones". El término era utilizado en yiddish para referirse al músico que interpretaba la música. Actualmente se utiliza para denotar el estilo musical. En la música klezmer los instrumentos se tornan cualitativamente espirituales con características humanas como la risa y el llanto.



La música klezmer se originó en el habla yiddish de la cultura judía en el Este de Europa. La música era generalmente interpretada por un grupo de tres a seis músicos. Los músicos o "klezmorim" viajaban de pueblo en pueblo tocando en bodas, festivales de Purim, y ferias. Los instrumentos habituales eran el violín, el clarinete, flauta, violonchelo y batería. Las leyes solían limitar el tamano del grupo y las horas a las que podían actuar. El violín o "fiddle" era el instrumento más popular porque algunas localidades habían prohibido los instrumentos agudos como el clarinete, la trompeta o la batería. La música era secular, informal, y mayormente improvisada, ya que los klezmorim raramente tenían estudios musicales y no sabían leer música.


La afición al klezmer se transmitía de padres a hijos. Los klezmorim generalemente carecían de auténticas raíces, pues viajaban de shtetl en shtetl buscando trabajo. De hecho, la etiqueta "klezmer" era considerada algo negativo, con referencias a alguien que carecía de educación musical y un estilo de vida envidiable.


A pesar de su inestable reputación, la música klezmer era muy importante en la vida judía de la Europa del Este. Los instrumentos musicales no estaban autorizados en la sinagoga tras la destrucción del Segundo Templo en el ano 70 de la Era Común. La música klezmer proporcionaba mucho júbilo en las bodas y festivales. De hecho, existe un refrán de la Europa del Este que dice que "una boda sin un klezmer era peor que un funeral sin lágrimas".


La importancia del klezmer para la vida del shtetl se refleja en las manifestaciones artísticas a partir de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Sholom Aleichem hace referencia al papel del klezmer en muchos de sus relatos. Seguro que recuerdan el importante papel del fiddler en "Violinista en el tejado", adaptación de los relatos de Shalom Aleichem sobre Tevye el Lechero.


También encontramos el klezmer en varios de los cuadros de Marc Chagall, como "El violinista" o "Novia con rostro azul".


A finales del siglo XIX y comienzos del XX los judíos abandonaron Europa del Este debido a los pogromos. Muchos se trasladaron a los EEUU, y por tanto el klezmer viajó con ellos. Desafortunadamente, los hijos de los judíos que se desplazaron a los EEUU no estaban demasiado interesados en la música del viejo hogar de sus padres, y se interesaron más por la música popular americana. La destrucción de la vida judía en Europa durante la Segunda Guerra Mundial puso fin a la cultura del klezmer en Europa. Aunque la música klezmer pervivió en la memoria.


Por suerte, en los anos setenta algunos jóvenes músicos comenzaron a investigar las tradiciones de la música klezmer. Una banda llamada The Klezmorim se formó en California, y comenzaron a tocar música klezmer a lo largo de los EEUU y Europa. El interés por el klezmer resucitó. Se hicieron grandes esfuerzos para recuperar el auténtico estilo de la música klezmer de la vieja Europa, a partir de documentos escritos y algunas grabaciones de comienzos del siglo XX.


Actualmente podemos meternos en internet y encontrar páginas web que proporcionan inmensas listas de bandas klezmer, partituras, y CDs. Las tradiciones del klezmer de la vida del shtetl judío ya no están, por supuesto, entre nosotros, pero al menos la música pervive.


Camille Hutt, Mayo 2002








jueves, 9 de octubre de 2008

domingo, 5 de octubre de 2008

UN TRIBUTO A MI FUENTE DE INSPIRACION


Una modesta contribución al arte universal de los pueblos semíticos

Por Marc Chagall

¿Qué sucede cuando la luz y la tierra de Vitebsk, mi ciudad natal, y de miles de años de diáspora se funden con la luz y la tierra de Jerusalén? Por lo que sé, en mi trabajo no sólo me han guiado mi mano y los colores, sino también la querida mano de mis padres y la de muchos otros que, con sus mudos labios y sus ojos cerrados, susurraron detrás de mí que querían compartir mi vida.

Me parece como si vuestros movimientos de resistencia trágica y heróica en los guetos y en la guerra en Europa se hubiesen unido, en esta tierra, con las flores, los animales y los festivos colores que yo empleo...

Nuestra época renuncia a ver el completo organismo del mundo y se contenta sólo con una pequeña parte de su piel; por eso mi corazón se aflige al observar este gran cuerpo que es el mundo en su ritmo eterno, y sale fortalecido mi deseo de ir contra corriente del espíritu de nuestra época. Se me antoja que los colores y las líneas fluyen como lágrimas de mis ojos, aunque no llore. Y no penséis que estoy hablando así en un momento de debilidad. Al contrario, cuantos más años me toca vivir, más absolutamente seguro estoy de lo que quiero y de lo que digo.

Sé que mi camino vital es a la vez eterno y corto. Y aprendí, ya en el vientre de mi madre, a recorrer este camino más por amor que por odio. Las ideas anidan en mí desde hace ya muchos años, desde el tiempo en que mis pies pisaron esta Tierra Santa, cuando diseñé los grabados para la Biblia. Esas ideas me han fortalecido y animado a ofrecer mi modesto regalo al pueblo judío, que ha vivido aquí miles de años atrás, junto al resto de los pueblos semíticos.

Y lo que hoy se designa con el nombre de arte religioso, lo he querido crear reuniendo en mi recuerdo también las grandes y antiguas creaciones de los pueblos semíticos. Espero con ello tender mi mano a los pueblos circundantes, a sus poetas y artistas, a todos para quienes sea querida la cultura humana. He visto las montañas de Sodoma y del Neguev, de ellas proceden las sombras de nuestros profetas, con sus vestidos color pan seco; he escuchado su arcaico lenguaje... Con sus palabras mostraron la manera de conducirnos en la tierra y nos instruyeron en el contenido moral de nuestra vida. Me infunde ánimos y esperanza pensar que mi modesto trabajo va a permanecer en esta tierra, que es la de ellos.

[Original en: Die goldene Kayt, Tel Aviv, nº 42, 1962 Traducido del yiddish por Eva Bernald Espallardo]

FELICJA BLUMENTAL


La pianista judía Felicja Blumental nació en Varsovia (Polonia) el 28 de Diciembre de 1908.

Felicja creció en el seno de una familia de músicos. Hija de violinista, comenzó a tomar clases de piano a la edad de cinco años, y debutó a los diez. Estudió en el Conservatorio Nacional de Varsovia, recibiendo clases de piano de Zbigniew Drzewiecki (fundador del Concurso Internacional Frederick Chopin) y lecciones de composición del compositor Karol Szymanowski. Más adelante estudió en Suíza con Józef Turczyński, un destacado intérprete y estudioso de Chopin.

En 1938, ella y su marido Markus Mizne se trasladaron primero a Niza, y luego a Brasil, huyendo del creciente antisemitismo que recorría Europa. Adquirió la nacionalidad brasileña, y durante el resto de su vida se centró en la música y compositores de su país adoptivo. Su carrera posterior la llevó en 1962 a Milan y, finalmente, a Londres en 1973.

El repertorio de Blumenthal fue amplio y audaz, abarcando desde el barroco portugués y español a las tendencias contemporáneas de la música en Sudamérica. Sus numerosas grabaciones incluyen varios conciertos olvidados de compositores como Carl Czerny, Ferdinand Ries y John Field.

El afamado autor de las “Bachianas Brasileiras”, Heitor Villa-Lobos, con quien le unió una gran amistad, le dedicó su Concierto nº 5 para piano. Por otro lado, cuando Krzysztof Penderecki recibió el encargo de realizar una obra para conmemorar el 25 Aniversario de la Eastman School of Music, escribió la Partita para Hapsicordio y Orquesta, que dedicó a Felicja; su grabación de esta obra le supuso ganar el Gran Premio del Disco de la Academia Charles Cros de Francia en 1975.

Así mismo, en 1978 Witold Lutoslawski orquestó sus Variaciones para un Tema de Paganini especialmente para Felicja Blumental, que ella misma estrenó con la Orquesta Filarmónica de Florida, dirigida por Brian Priestman. Muchas de estas grabaciones están restauradas en el sello Brana Records, con diseños de portada obra de su marido el artista Markus Mizne.

Sin embargo, sus interpretaciones de Mozart y Chopin son lo más recordado de la Blumental. Pianista de considerable poderío, a pesar de ser una mujer más bien menuda, sus grabaciones de las mazurcas de Chopin, en particular, son consideradas históricas.

A todas luces una pianista de la ‘vieja escuela’, Hans Wolf señaló que Blumental traía consigo "el aliento de una época ya desvanecida, cultivada y tal vez más amable".

Durante los últimos treinta años de su vida, Blumental se concentró en grabar obras que ella consideraba desatendidas por parte de otros músicos de su tiempo.

Falleció el 31 de Diciembre de 1991 en Israel, durante una de las muchas giras que realizó por este país. Está enterrada en el cementerio Kyriat Shaul de Tel Aviv. Su hija, la cantante Annette Celine, es una de las promotoras del “Festival Internacional de música Felicja Blumental”, que desde 1991 el Museo de Arte de Tel Aviv celebra anualmente.


jueves, 2 de octubre de 2008



Felix Mendelssohn: Genio musical y víctima judía

Sermón ofrecido el 20 de Febrero de 1998, por el Rabino Samuel M. Stahl

Hace varios años, Jiri Weil, un escritor judío de nacionalidad checa, escribió una novela titulada "Mendelssohn en el tejado". Durante la ocupación nazi de Praga, Weil retrató graficamente a un ambicioso oficial de las SS. Este oficial había recibido orden de retirar la estatua del judío Felix Mendelssohn del tejado del teatro de conciertos de Praga. El problema, sin embargo, fue que el tejado estaba abarrotado de estatuas de renombrados compositores. Ninguno estaba etiquetado o identificado con su nombre. Por lo tanto, él tendría que imaginar que estatua era la de Mendelssohn.
El oficial recordó que había estudiado, en su curso de "Ciencia Racial", que los judíos tienen prominentes narices. En consecuencia, ordenó a los obreros que derribasen la estatua con la nariz más grande. Al observar cual era la estatua dotada de una nariz mayor en lo alto del tejado del teatro de conciertos, se sintió presa de un ataque de pánico. Descubrió, aunque demasiado tarde, que se trataba de la del gran compositor alemán, Richard Wagner.
Esta historia transmite una doble ironía. Ante todo, Wagner no sólo no era judío. Era también un feroz antisemita. Escribió virulentos ataques contra los judíos, especialmente los músicos judíos. De manera nada sorprendente, Wagner era el compositor favorito de Adolfo Hitler.
En sus prolíficos escritos, Wagner incluso hacía desdeñosos comentarios sobre Felix Mendelssohn. Trató de demostrar que la vida y obra de Mendelssohn ratificaban con diáfana evidencia que ningún judío, aún con talento, cultura y honor, podía crear un arte que conmoviese el corazón y el espíritu.
Lo que está trágicamente claro a pesar de la valoración de Wagner sobre Mendelssohn es que Mendelssohn, a lo largo de la mayor parte de su vida, fue un luterano practicante. Cierto es que nació en 1809 en Hamburgo de dos padres judíos. Su abuelo, Moses Mendelssohn, fue un eminente rabino y filósofo. Moses había instado a los judíos alemanes a abandonar el gueto, permaneciendo fieles al judaísmo, y abrazar la cultura y pensamiento alemanes. De hecho, el siguió siendo un judío ortodoxo practicante a lo largo de toda su vida.
Sin embargo, cinco de sus seis hijos se convirtieron al cristianismo. Uno de ellos fue Abraham Mendelssohn, el padre de Felix. Abraham fue un próspero banquero y hombre de negocios. La madre de Felix, de soltera Leah Salomon, procedía de una prominente familia judeo-alemana de considerable abolengo. Abraham y Leah dieron en descendencia cuatro hijos: Fanny, Felix, Rebecka y Paul.
Cuando Felix alcanzó los seis años, sus padres lo bautizaron en la iglesia luterana, aunque ellos mismos por aquel entonces seguían siendo judíos. Esta era la época en que muchos judíos alemanes habían logrado emanciparse de la degradación del shtetl. Querían participar plenamente de la gloria de la cultura alemana. Consideraban que el judaísmo con su historia de tormento, persecución y abusos, era una anticuada y derrotista forma de religión, un obstáculo a su integración en una comunidad más amplia.
Cuando Felix recibió la confirmación en la iglesia luterana a la edad de catorce años, su padre le escribió una carta reveladora. Allí exponía que él y Leah habían conducido a sus cuatro hijos al cristianismo porque, para ellos, era la fé del pueblo más civilizado. También, en 1812, se les prometió a los judíos alemanes plena igualdad de derechos civiles si se convertían al cristianismo. Estos judíos buscaban "visados de admisión a la cultura europea", en palabras del poeta Heinrich Heine. Así, su adopción del cristianismo venía motivada por un celo de avance social y profesional. No procedía de ninguna profunda convicción religiosa.
Jakob Salomon, que era el hermano de Leah y tío de Felix, ya se había convertido al cristianismo varios años antes. Adoptó el nuevo nombre de Bartholdy para encubrir su identidad judía. Bartholdy era en aquel momento el nombre del dueño de un gran jardín en Berlín que Jakob había adquirido para sí. Alguien bromeó con que Jakob había adquirido sus nuevos ancestros "por adquisición".
Cuando Felix fue un adolescente, sus padres finalmente se bautizaron como luteranos. Ellos también tomaron el nombre "Bartholdy" y abandonaron el "Mendelssohn". Querían que Felix hiciese otro tanto. Felix siempre fue un obediente, educado y complaciente hijo, pero aquí se rebeló. Su padre, de hecho, encargó tarjetas de visita para él con el nombre "Felix M. Bartholdy". Felix se negó a utilizarlas. Insistió en mantener el apellido Mendelssohn. Su padre le reconvino argumentando: "No puede haber un Mendelssohn cristiano, al igual que no puede haber un Confucio judío". No obstante, Felix siguió en sus trece.
Aunque Felix era un cristiano convencido, nunca se mostró avergonzado de sus raíces judías. De hecho, su pasado judío no le supuso ningún impedimento en su carrera musical. Fue considerado como el mayor genio que probablemente dio la escuela del romanticismo musical alemán. Algunos afirman que fue el prodigio musical más imponente desde Mozart.
Dio su primer concierto público a la edad de nueve años. A los dieciseis, escribió su famoso "Octeto" y, a los diecisiete, completó su "Obertura" para "El sueño de una noche de verano de Shakespeare".
También recuperó los trabajos de Johann Sebastian Bach, que habían estado relegados durante casi un siglo, llevándolos a la prominencia pública. Mendelssohn alcanzó gran popularidad y éxito por toda Europa, especialmenteen Londres. Sólo el público de Berlín, la ciudad en la que pasó la mayor parte de sus años de formación, parecía no apreciar su destreza musical.
Mendelssohn nunca hizo gala de ninguna de las excentricidades prototípicamente asociadas a los artistas. Fue siempre encantador y cortés. Fue un buen hijo, un hermano devoto, un amante esposo, y un afectuoso padre. Desgraciadamente, no vivió lo suficiente como para acometer todo lo que hubiese podido. En 1848 Felix Mendelssohn falleció a la edad de 39 años, tras sufrir dos ataques. Hay quien dice que la muerte de su adorada hermana, Fanny, que fue también un gigante musical, unos meses antes, le había sumido en la desmoralización y robado todo incentivo para vivir.
En general, Felix Mendelssohn vivió y murió como un cristiano. En su funeral cristiano, secundado por multitud de admiradores, un coro de seiscientas voces entonó "Cristo y la Resurrección". Felix fue enterrado en el cementerio de la Iglesia de la Cruz Sagrada de Berlín. Hoy en día una enorme cruz indica el lugar de su sepultura.
Todos estos símbolos externos del compromiso cristiano de Mendelssohn no impresionaron a los nazis. Para ellos, él siempre fue un judío. Casi un siglo después de su fallecimiento, mancillaron su memoria como compositor judío. Prohibieron que se interpretase su música. Ordenaron que su enorme estatua en Leipzig [ver foto] fuese derribada y destruída. También clausuraron la banca Mendelssohn y ordenaron a todos los descendientes de los Mendelssohn que aún vivían en Alemania que abandonasen el país.
Reflexiono con tristeza sobre la identidad bifurcada de Mendelssohn. Su destino viene a demostrar cuan imposible es para los judíos renunciar a sus raíces. Ante todo, técnicamente, la ley judía no reconoce las conversiones fuera del judaísmo. Si una persona nace judía o se convierte al judaísmo, la identidad religiosa judía de esta persona se hace permanente e irrevocable.
Pero incluso muchos cristianos encuentran difícil aceptar a un judío que abraza el cristianismo como algo diferente a un judío. Abandonar el judaísmo implica más que abandonar un sistema religioso. Supone abandonar una herencia, una cultura, una tradición, y, sí, incluso una familia extensa.
En segundo lugar, la saga de los Mendelssohn y otras numerosas familias judeo-alemanas que se convirtieron al cristianismo en la primera parte del siglo XIX me lleva a apreciar, sobre todo, el valor del Judaísmo Reformista. En aquellos días, los judñios alemanes sólo tenían dos opciones religiosas, el Judaísmo Ortodoxo y el Cristianismo.
Hacia 1830m la situación había cambiado. El Dr. Steven Lowenstein, un destacado historiador judeo-americano, demostró que en aquella altura el Judaísmo Reformista se había convertido en una alternativa religiosa viable en Alemania. Como resultado de ello, el número de conversiones judías al cristianismo comenzó a decrecer. Los judíos de Alemania habían descubierto otra forma de expresar su judaísmo, que vendría a amalgamar lo mejor de su tradición judía con lo más noble de la cultura alemana.
Algunos críticos judíos acusan al Judaísmo Reformista de llevar a los judíos a una apostasía total y a la asimilación. Yo siempre respondo que, aunque la Reforma no haya hecho nada más, ha salvado a miles de judíos para la causa del judaísmo. Cuando a los judíos se les permite optar entre la ortodoxia o algo más, la mayoría elegirá algo más.
El Reformismo siempre ha tenido la capacidad de mantener a los judíos en la senda del judaísmo ofreciéndoles, al mismo tiempo, formas legítimas de practicar el judaísmo. En Alemania, como ahora, el Judaísmo Reformista ha sido siempre una vía, no ajena al judaísmo, sino dentro de él. Amén.

miércoles, 1 de octubre de 2008

FANNY MENDELSSOHN



Madame Hensel fue una músico más allá de toda comparación, destacada pianista, y mujer de mente privilegiada; menuda y delgada en persona, pero dotada de una energía que se translucía en sus ojos profundos y su ardiente mirada. Fue obsequiada con la rara habilidad de los grandes compositores. Monsieur y Madame Hensel acudían a la Academia los domingos por la tarde. Ella solía sentarse al piano con la elegancia y sencillez de aquellos que hacen música porque es algo que aman, y gracias a su maravilloso talento y prodigiosa memoria fui introducido al conocimiento de un puñado de obras de la música alemana de las que era absolutamente ignorante en aquella época, entre otras, una serie de piezas de Johan Sebastian Bach –sonatas, conciertos, fugas, y preludios, así como varias composiciones de Mendelssohn que fueron para mí revelación de un mundo desconocido.
De las "Memóires" de Charles Gounod





Fanny Hensel, nacida Mendelssohn Bartholdy (1805-1847), ha sido durante mucho tiempo injustamente pasada por alto como compositora seria, a pesar de una considerable producción que comprende numerosas piezas para piano, innumerables canciones, duetos, tríos, trabajos corales a capella, música de cámara para diferentes instrumentos, una obertura, un oratorio y varias grandes cantatas.
Las principales razones para este injustificable olvido son tres. En primer lugar, escribió música en una época en que era considerado inapropiado que una mujer de clase media-alta tuviese ambiciones como músico profesional. Segundo, estaba completamente eclipsada por su hermano menor, Felix Mendelssohn (1809-1847), tanto durante su vida como posteriormente. A día de hoy se la recuerda más por sus cartas y diarios en relación a aquél que por su propio talento musical. En tercer lugar, Felix y Fanny eran de ascendencia judía –desl gran filósofo alemán Moses Mendelssohn, y por parte materna provenían de la acaudalada familia de banqueros de los Itzig. A pesar de la conversión al cristianismo, fueron considerados como pertenecientes a una familia judía incluso mucho tiempo después de abandonar dicha fé. Tras sus muertes, el sentimiento antisemita dominante condujo a la supresión de sus obras –especialmente en el caso de Fanny, la mayoría de cuyas composiciones y producción literaria ha permanecido inédita en archivos de bibliotecas o en las manos protectoras de la familia y otros propietarios privados.
Nacida "con dedos para las fugas de Bach", como apuntó su madre, el prodigioso talento de Fanny como músico fue advertido por sus padres, Abraham y Lea Mendelssohn, a muy temprana edad. A la edad de trece años, como regalo sorpresa para su padre, memorizó un volumen completo de preludios de la obra de Bach "El clave bien temperado". Tanto ella como Felix estaban excepcionalmente bien dotados y –junto con sus hermanos menores, Rebecka y Paul- disfrutaron de la fortuna de tener unos padres ilustrados que les proporcionaron una educación excepcional. Fanny y Felix tuvieron los mejores profesores de Berlín: el Director de la Academia de Canto de Berlín, Carl Friedrich Zelter (1758-1832), en cuanto a composición, y el eminente pianista Ludwig Berger (1777-1839) para piano, mientras que el joven filólogo Karl Heyse (1797-1855) fue su tutor general y profesor de ciencias. Además, la atmósfera cultural del hogar de los Mendelssohn y especialmente los Domingos Musicales (iniciados en 1823 por Abraham para que Felix pudiese dirigir e interpretar sus composiciones propias y las de otros autores) creaban un ambiente excepcional en el cual crecer y desarrollar sus talentos.
El vínculo entre Fanny y Felix fue muy profundo desde temprana edad. Felix observaba a Fany, que era casi cuatro años mayor, y aprendió gran cantidad de cosas de ella en su primera niñez. Llegaron a ser confidentes íntimos, compartiendo, intercambiando y criticando las ideas musicales de una y otro. Felix siempre mostró interés en las opiniones de Fanny sobre su obra, pero en años posteriores ella llegó a depender tanto de su visto bueno en todos los aspectos musicales que este vínculo especial era a la vez una fortuna y una pesada carga.
Al llegar a la adolescencia, sus senderos se bifurcaron: en el caso de él para llegar a converirse en mñusico profesional, mientras que para ella (como le escribió su padre en 1820): "La música…será siempre un ornamento, y nunca el fundamento de tu existencia en la vida cotidiana". Más adelante, en su 23 cumpleaños, él le volvió a escribir con un matiz reprobatorio: "Debes dedicarte más seria y diligentemente a tu auténtica profesión, a la única profesión de una jovencita, la de ser ama de casa". A pesar de sus dones musicales y su deseo de ser reconocida, a lo largo de la mayor parte de su vida Fanny respetó las convenciones imperantes y los deseos de su familia, aceptando el papel prescrito de ser una cultivada señorita berlinesa de su tiempo. En esto siguió el patrón de la mayoría de sus parientes femeninas, mujeres educadas e inteligentes, que emplearon su talento en abrir salones o apoyar a músicos, artistas y compositores. La más notable de ellas fue su tía-abuela materna Sara Itzig-Levy (1763-1854) que fue una talentosa intérprete de harpsicordio y alumna de Wilhelm Friedemann Bach.
En 1829 Fanny se casó con el pintor de la Corte Wilhelm Hensel (1794-1861), y tuvieron un hijo en 1830 –Sebastian Ludwig Felix, nombre de los tres compositores favoritos de ella- Bach, Beethoven y su hermano. Wilhelm la animó sin reservas a componer y tocar el piano, sabedor de que tal creatividad era la esencia de su ser y viéndolo como un complemento necesario para su propia obra como pintor. Incluso la apremió a que publicara sus composiciones, algo que ni su padre y hermano podían desautorizar. En 1831 Fanny recuperó los Domingos Musicales, en los que concentraba sus energías musicales. Estos llegaron a convertirse en un muy prestigioso evento musical seguido tanto por la aristocracia como por la burguesía, así como por famosos artistas de visita como Liszt, Paganini, Clara Schumann, Bettina von Arnim y Heine. Ella planificaba los programas, la interpretación de la música de cámara y los Lieder, dirigía su propio coro y, ocasionalmente, una orquesta. Introdujo al público berlinés en la música de Beethoven, Bach, Mozart, Weber y, por supuesto, Felix, estrenando muchas de sus obras, así como varias de las suyas propias. Como actividad de una aficionada, llevada a cabo en su propio hogar, todo ello era bien aceptado socialmente. La publicación bajo su propio nombre ya era una cosa distinta.
Seis de las canciones de Fanny fueron publicadas bajo el nombre de Felix como parte integrante de sus Op. 8 y 9, en 1828 y 1830, respectivamente, y son dos de los más inspirados trabajos de ambas colecciones. Es probable que el móvil de Felix no fuese ganar fama a costa de sus canciones, sino animarla a componer de un modo que fuese aceptable para su padre. Desgraciadamente a la muerte de Abraham, Felix asumió su responsabilidad y se resistió tenazmente a la idea de que Fanny publicase, a pesar de las insistentes protestas de su madre y su cuñado. A parte de dos canciones sueltas, no fue hasta un año antes de su muerte que Fanny se vió finalmente libre de la influencia de Felix y empezó a publicar, encontrando un éxito inmediato.
El impulso a desobedecer los deseos de Felix vinieron por varias vías, la más destacada de ellas, la admiración y el ánimo recibido de parte de Charles Gounod – al que conoció cuando un deseo largamente albergado de visitar Italia pudo al fin ser cumplido felizmente en 1839/40- y del joven concejal y hombre de Estado Robert von Keudell, excelente músico a su vez, al que había conocido en 1846.
Resulta trágico que cuando al fin consiguió que se despertase el interés en sus composiciones, y hallándose en la cima de cu capacidad creativa, sufrió un fatal derrame mientras dirigía un ensayo para uno de sus conciertos dominicales el 14 de Mayo de 1847. Su prematura muerte le arrebató la posibilidad de haber disfrutado en vida del reconocimiento público, que sin duda habría alcanzado, de haber continuado componiendo y publicando sus obras.

PARTITURAS:

http://icking-music-archive.org/scores/mendelssohnf/fmen8-3g.pdf

http://icking-music-archive.org/scores/mendelssohnf/Wandl-ich-in-dem-Wald-des-Abends_Fanny-Mendelssohn.pdf